Mariana es una vecina que debía mudarse y tomó la decisión de sumar a un amigo de cuatro patas a su familia para brindarle el calor de un hogar.
Así fue como conoció a Lucrecia, una perrita que llegó al Refugio luego de que la abandonaran y que, hasta ahora, solo se animaba a estar con una de las trabajadoras del establecimiento. Pero eso cambió. Cuando la llevaron a la casa de Mariana, la mascota estiró los brazos hacia quien sería su nueva familia. “Fue amor a primera vista”, aseguró la mujer.
En su nueva residencia la bautizaron como "Negrita". Su timidez y el miedo que le dejó el maltrato quedaron atrás. Hoy es inquieta y feliz.
Esta realidad también es posible para los 200 animales que esperan ser adoptados en el Refugio. Solo falta un corazón solidario que les brinde esa chance. ¿Y si imitamos a Mariana?
Subsecretaría de Actividades Ecológicas y Medio Ambiente.